Las actividades diarias de las personas con fibromialgia o fatiga crónica suponen todo un reto. Las dificultades que se presentan requieren de un gasto de energía superior al de otras personas.
La teoría de las cucharas pretende ilustrar esta realidad de un modo muy visual.
Esta analogía explica que las personas con fibromialgia y/o fatiga crónica tienen una cantidad reducida de energía disponible para ejecutar las tareas cotidianas. A diferencia de las personas sin enfermedad crónica, no disponen de una energía ilimitada, así que deben saber gestionarlas dada la mayor exigencia de gasto en las tareas.
Las cucharas representan la cantidad de energía que tiene una persona durante un día. Cada actividad «cuesta» un cierto número de cucharas, las cuales sólo podrán ser reemplazadas a medida que la persona las »recargue» cuando descanse. Cuando se acaba la cantidad de cucharas diarias, la persona no es capaz de hacer nada más que descansar.
Vamos a ver el ejemplo de Julia:
Cada mañana, Julia gasta su primera cuchara en levantarse. No tomar la medicación significaría perder todas las cucharas así que se hace el desayuno para poder tomarla y gasta otra cuchara.
Tras ducharse y lavarse el pelo, lo que supone otras tres o cuatro cucharas más, comienza a vestirse. Debe prestar atención si esa mañana puede abrocharse los botones o sus manos no funcionan bien, ya que esto supondría un gasto extra de cucharas.
Una vez lista, se dispone a bajar las escaleras del edificio (dos cucharas más) para comenzar su día.
Esta situación se traduce en que Julia, sin aún salir de casa, ya ha gastado un número importante de cucharas. Por ese motivo, debe planear muy bien en que invertir la energía que aún le queda.
El principal concepto que debemos tener claro es el de “economizar las cucharas”, es decir, planear bien las actividades diarias para poder conservar energía.
Cada persona comienza el día con un número concreto de cucharas (12, 20, 5…), el cual varía de un día a otro. Dado que no se tiene un suministro ilimitado habrá que planificar bien todas las tareas por muy triviales que parezcan.
Esta gestión de la energía muchas veces se descontrola porque una tarea nos lleva más cucharas de las esperadas o esa actividad que me gasta una, esta vez me ha gastado dos.
Hay mucho aprendizaje ensayo-error, realizar una tarea que implica muchas cucharas implica no poder realizar otra o no reservarlas, supone arriesgarse a no tener energía para acabar el día. Todo ello servirá de experiencia ya que la próxima vez sabremos administrarlas mejor.
Así que vamos a coger nuestras cucharas y planificar nuestro día. ¿Preparados?
Nora Vecino López. Psicóloga